viernes, 4 de septiembre de 2009

Vuelta nº 68.

Voy a empezar a creer en el destino.

Hace mucho que me convencí de que no existía. Que mi propio destino lo escribía yo. Que mi realidad era un reflejo de mis actos. Que de mis decisiones dependía mi futuro. Y sólo de mí.
Pero me estoy dando cuenta que, curiosamente, los actos y las decisiones de las otras personas -las de mi entorno- mutan despiadadamente mi realidad y mi futuro.

Y pienso, que quizás estas reacciones a las acciones de terceros, sean sólo un eslabón de la cadena. Es decir que nuestras decisiones y actos se ven influídos por decisiones y actos y otros, que a su vez están influídos por la capacidad de optar y actuar de otras personas también.

Al fin y al cabo, algo "superior" que desencadene todo este desastre tiene que haber.

5 comentarios:

Ignacio Reiva dijo...

Somos todos uno sólo. Parece loco pero es así. Un gran beso.

matilde dijo...

tus cambios de color me hacen mal a la vista.

karma.

beso. mat

El Vocero dijo...

Para mi hay un poco de los dos. Mitad destino, mitad arquitectura.

Lo que me preocupa es otra cosa ahora: estás empezando a creer en Dios? jejejeje

Hay calorcito cuando estás.

El Vocero dijo...

Puff...qué bueno, casi se me derrumba un mito je.

Sumaste un poroto más jeje

Jota dijo...

somos muchos más que dos
;)