lunes, 31 de mayo de 2010

Vuelta nº 159 - De escritos, ganas, gustos y sentires.

A veces, me olvido lo bien que me hace escribir... hasta que leo algo (o a alguien) que me despierta "eso". Esas ganas locas de dejar constancia de lo que me pasa por adentro en un momento preciso. Aunque ni yo sepa muy bien de qué se trata.
Ahora, por ejemplo... puedo decir que me siento bien. Que estoy bien, que en general mis cosas van bien. Y no es por ser una persona incorfomable, pero obviamente, podría estar mejor.
Me expongo y siento miedo, se acercan parciales y siento nervios, se está haciendo tarde y siento sueño, tengo que estudiar y NO siento ganas.
Siento, y no siento. Cualquiera podría decir que la filosofía que estudié durante toda la tarde me está cagando la vida. Pero no. Es normal (creo) sentir cosas y no sentir otras. Sería uno de los primeros aspector normales de mi vida, cosa que realmente me asombra.

Escribo, sí. Escribo, pero queda todo descansando en cajones que nunca abro, en cuadernos que nunca leo, en bolsos que nunca uso, en anotadores que me dan vergüenza. Notas en márgenes que pierden importancia en la montonera de apuntes, que encuentro después de un tiempo, y me dan ganas de borrarlos. Cosas que me gustan, pero son mías. Cosas que no son mías, y también me gustan. O cosas que me gustan, y simplemente no sé si son mías o me gustaría que lo fueran.

viernes, 21 de mayo de 2010

Vuelta nº 158 - Tiempos difíciles para los soñadores... ¡PERO QUÉ LINDO CUANDO SE JUNTAN!

Volvía a casa en cole, en el 143, que me deja en la esquina de casa, y ultimamente, con esto de que el de la facu pasa a dos cuadras, me parece un milagro. La cuestión que el bondi venía tranca, por Catamarca. Todo nublado, con Alejandro Sanz en el celu (sí, bizarro), pensando en cosas de la vida, como siempre.
La cuestión es que para en Caferatta creo, y sube una chica... una chica muy Amélie. Muy su pelo, su forma de vestir, hasta de caminar.
Y lógico, llamó mi atención. Entonces la miré, de arriba abajo. Tenía zapatillas negras con cordones violetas, y soquetes negros. Calzitas negras, y una pollera gris apenas más corta, a cuadrillé, un tanto amplia. Una polera negra, con un saquito haciendo juego, con un prendedor violeta... una flor hecha de cintas, para ser más específicas. Y tenía un bolso verde, cruzado, similares a los que suelo usar yo. Iba con sus auriculares, sonriendo, sentada sola en los asientos dobles, mirando por la ventanilla, inspirándose, según parecía... porque a las cuadras de haber subido, sacó un cuadernito del bolso y se puso a escribir, vaya a saber ella sobre qué cosas.
Llegando a Génova, ya por la Avenida, empezó a estirar el cuello, me di cuenta que se tenía que bajar, y, como se me acaba el tiempo, actué. Me pasé al lado de ella, la miraba sonriendo, como una idiota. Medio asombrada ella me miró, y me dedicó un gesto amable... y entonces le dije: "cuando el dedo señala la luna..."
...
Me miró con cara de "¿Perdón?" y me reí, me reí mucho de mí, porque era realmente una idiota.
Repetí: "cuando el dedo señala a la luna..." "el imbécil mira el dedo"; dijo mirándome sorprendida, pero sonriendo.
Suspiré, y nos reímos juntas. Entonces le pedí disculpas por el atropello, pero que ni bien la había visto subir supe que si le decía eso ella me iba a entender, y que no me quería quedar con las ganas de confirmarlo, que parecía loca pero que no lo estaba... Me deseó buen día, y se bajó.

No sé ni como se llama, en la emoción no le pregunté. Pero fue un encuentro con una extraña que sentí conocer demasiado bien... :)

lunes, 17 de mayo de 2010

Pausa nº 57 - Te digo que...

Romeo y Julieta

NO eran

de este planeta.




:)

miércoles, 5 de mayo de 2010

Vuelta nº 157 - Sólo tus alas precisa el intento...

Ella quería volar. Lejos del mundo, de cara al sol, ofreciéndole sus alas a la lluvia, sonriéndole a la brisa temprana. De noche trazaba rutas con las estrellas, eligiendo las que más brillaban… sabía que ésas eran las más jóvenes, y que seguirían allí cuando al fin pudiera cumplir su sueño. No sabía a dónde iría cuando despegara, así como tampoco sabía si viajaría sola o acompañada. Siempre se había imaginado a sí misma como un ave solitaria… tal vez un cóndor; o bien una golondrina, aunque sabía que si volaba sola, no haría verano. Aun así, era la idea que más le atraía.
Volar… libre y sola, lejos de esas telas que hoy la mantenían cerca del suelo. Sin ataduras, sin distancias y sin tiempo… sin tiempo, sobre todo… porque el sería quien apagara las estrellas que ella pretendía seguir, dejándola perdida… una vez más.