Evidentemente, tengo una especie de trauma psicológico con los celulares en las noches de alcohol.
Siempre, siempre que salgo, procuro tener crédito, sólo porque sé que cabe la posibilidad de embriagarme y poder usar ese pretexto para largar mis verdades más sinceras, las que siento en silencio por las noches al acostarme, las que lloro en el baño, las que encuentro en cada canción, las que escondo de la luz del sol, sólo para que no se acostumbren al calor, sufriendo después cuando al fin aparezca la luna.