Ayer pude hablar más libremente con una de las personas afectadas por mis últimas decisiones.
Al menos para mí, fue genial. No sólo porque nos entendimos, sino que hasta llegamos a contarnos viejas historias, y reírnos de ellas. Me re-convencí (léase: comprobé lo que sospechaba, o me demostró lo que ya sabía) de que estoy tratando con una excelente persona, de que fui una afortunada al conocerla, y de que ahora se formó una especie de amistad inquebrantable -(?) jaja- con algunos guiños y una dosis de complicidad. Obviamente no seremos como cualquier par de amigos... o tal vez sí... pero por el momento disfruto de NO haber arruinado (sí, al fin de una buena vez) otra relación.
1 comentario:
Creo que tu frase final es ese pequeño trofeo que todos ansiamos al final de las relaciones...
Ojalá resulte.
besos!
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