miércoles, 21 de octubre de 2009

Vuelta nº 105.


¿Pero existe el amor de la vida de alguien? ¿O el amor es tener quien te acompañe a una fiesta? Entonces, si defino qué estoy buscando, elegir a un hombre es la parte más sencilla. Se define solo.
¿Pero realmente estoy eligiendo sólo un hombre? ¿No estoy, de alguna manera, repitiendo la misma decisión que tomo cada vez que elijo la ropa a la mañana o un destino para las vacaciones? ¿No es acaso una duda universal, un cliché? ¿Voy a estudiar la carrera que más me conviene o la que más me gusta? ¿Voy a irme a vivir al barrio más lindo o al que me queda más cerca? ¿Prefiero un par de zapatos buenos y cómodos o unos stilettos infartantes? ¿Prefiero malo conocido o bueno por conocer?
Sin embargo, a pesar de que todo esto suena lógico y contundente, sospecho que en el fondo tampoco se trata de elegir ni un proyecto ni un candidato. Lo que yo tengo que decidir no es qué clase de hombre quiero, sino qué clase de mujer soy. Si yo fuese a un programa de televisión a jugar por un millón de dólares… ¿Sería la que se retira en la quinta ronda con cincuenta mil dólares seguros o la que sigue arriesgando hasta la última vuelta para ganar el premio mayor? ¿Soy de las que se quedan con la carta que les tocó o las que vuelven a pedir carta aunque se pasen de veintiuno? ¿Soy de las que se meten hasta el fondo del mar o de las que se mojan los pies?
Ninguna es mejor que la otra. Las dos son válidas. Pero hay una que es la mía y no me decido. En definitiva, elegir un hombre, un par de zapatos o un premio es fácil. Solo hay que saber quién es una misma. Y yo, evidentemente no sé.
Fragmento de Ciega a Citas, de la autora Carolina Aguirre;
que ayer comenzó su versión televisiva en Canal 7,
y fue muy prometedor. Veremos hoy cómo sigue.

1 comentario:

matilde dijo...

amo ciega a citas! a todas nos pasa esto alguna vez o algunas veces en la vida. buscar un centro, encontrarse es el objetivo final. cuando llegas a la rta creo q es el final.

beso