
Se sabe, naturalmente, que soy una persona
enamorada de las cosas simples. Hoy salía de casa para ir a la parada del bondi (ensayo de lo que será mi nueva rutina), y en la puerta de la librería había un nene de guardapolvo blanco, comiendo un alfajor, sentado en canastita de espaldas a la vereda, como en penitencia, observando algo que se encontraba en la pared. Me sorprendió, arrancándome una
sonrisa, ver que éso que él contemplaba tan embelezadamente era una pequeña babosa que escalaba lentamente la construcción.
La imagen me maravilló tanto, que inmediatamente me sumé de forma inconciente al cuadro, tan
sencillo como
mágico.La pared, la babosa, el nene, y yo, éramos sólo una pequeñísima parte del universo, que en ese instante, estábamos conectados por alguna extraña y, ante los ojos de cualquiera, invisible fuerza cósmica.
Algunas veces me ocurre, me vuelvo más conciente de mi contacto con la Tierra, y mi humilde forma de influir en ella... Sin dudas, esta mañana, fue una de esas veces.
1 comentario:
Es simple, pero extremadamente conmovedor!
Un beso,
Vale.
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