jueves, 23 de diciembre de 2010

Vuelta nº 175 - Volvemos a las entradas sin nombre.


Abrí el blog sin nada preparado.

El domingo fui a ver La Renga y volví con muchas ganas de escribir, pero no tuve tiempo... entonces lo dejé pasar, pensando que cuando volviera a mi cuaderno virtual, recaería necesariamente sobre eso, dado que mi vida no cambia mucho... y ahora, ahora se me junta todo, pero vamos por partes.

¿Qué decir del domingo? llegué a casa feLiz, sorprendida, y lo admito, un poco decepcionada. Escuché temas que no me los esperaba... escuché un tema que no escuchaba hacía dos años, porque es de esos que te marcan y te traen al corazón momentos feos... escuché un tema que jamás pensé que escucharía en vivo, de esos temas que te mueven todo adentro y te dejan con la sensación de que el recital podría terminar en ese momento, que estarías satisfecho de cualquier forma. Me quedé con ganas de escuchar otros temas, como se sabe, no existe el recital perfecto con tu lista perfecta. Pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde (dicen...). En fin, volví a ser feliz como en cada banquete... una vez más me vacié de esas cosas que nublan la mente y disfruté de estar en medio de miles de personas que compartían conmigo un mismo amor.

Pero ayer... ayer quise morirme, literalmente. Quise que eso que me estaba aplastando el pecho se vaya, me dejara tranquila... quise que mi vida entera diera un vuelco de 180º, para volver a mi bella y feliz normalidad. Quise que otras vidas dieran ese vuelco, para que sean más bellas y más felices que lo normal.
Me pregunté, como nunca había hecho antes, "¿por qué a mi?"... una a una se me revelaron las maldades que he hecho, algunas pequeñas, otras no tanto... y sinceramente, no creo que hayan sido para tanto. Bah, muy sinceramente, soy guacha pero tampoco la pavada. Y sin embargo... qué se yo.

La cuestión es que ayer, mientras lidiaba con mi desgracia, pensaba "cuando agarre el blog lo descoso"... pero no. Terminó siendo una entrada bastante de mierda.

2 comentarios:

Rengo dijo...

ok, gracias por la bienvenida :P

que bueno que fuiste a ver a La Renga, yo no pude, por laburo me lo perdí... pero bueh ya vendrán varios banquetes más. En estos días se cumplirá un año que no asisto a un banquete... la puta... se extraña..je

(che, no fue tan de mierda tu entrada... pero leyendo las últimas te noto en caida... puede ser?)

Que estes bien! un beso.

Unknown dijo...

Ro, estuve leyendo tu blog y hay varias entradas en las que quisiera realizar pequeños comentarios, de modo que voy a juntarlos y dejar uno solo que (quizás) no resulte tan inútil.
Leí que en tu mundo no existen los paraguas y pensé en la primera vez que mire hacia arriba en la lluvia y en todo lo que nos perdemos cuando nos cubrimos cobardemente en lugar de abrazar nuestro entorno. pensé también en ese piloto francés que desapareció en el desierto y en corbatas, que no son una convención mas real que boas y elefantes, pero sin embargo llevarlas puede ser una asfixiante obligación.
Vi además la asfixiante entrada de El Túnel, ese libro siempre me pareció un disparo directo al corazón, uno de esos golpes que se aseguran fatales, pero lo suficientemente lentos como para permitirnos una casi eterna cadencia de sufrimiento. No puedo evitar pensar que es posible que María realmente amara a Castel, no tenia motivos para mentir y aun así, podemos sentir empatía con la demencia obsesiva del artista. Digo lo anterior y me doy cuenta de que hubiese preferido un comentario mas feliz, tal vez la idea de encontrar otro ser humano que pueda centrarse en lo que consideramos valioso, en la verdad que aguarda solitaria en la playa a esa mirada que no se distraiga con la ilusión posterior. Algunas vez prestaste atención al fondo de la Gioconda?
Por alguna causa, no puedo desasociar a El Túnel de La invención de Morel (aunque hasta podría decirse que en comparación es infinitamente optimista) lo leíste? En una época creí que la idea del libro era poética, una belleza inefable que puede existir en nuestras vidas a pesar de nosotros mismos. Hoy creo que entregarse a una patética obstinación puede significar perder la posibilidad de renovarnos, no todo cambio involucra una muerte, o si, pero en el fondo no importa.
Este link es de una poesía que valoro mucho, si la lees, espero que te agrade Chesterton
Y ahora yo puedo escribir sin riesgo, Y tu, también sin riesgo puedes leer.